La pequeñez

Domingo 16 ordinario.

Libro de la Sabiduría 12,13.16-19.
Salmo 86(85),5-6.9-10.15-16a.
Carta de San Pablo a los Romanos 8,26-27.
Evangelio según San Mateo 13,24-43.

El evangelio nos pone ante la realidad del Reino de Dios en el mundo, acerca de la que el Señor nos advierte. El reino es una pequeña semilla que tiene que luchar constantemente contra la cizaña y no será hasta el fin del mundo que se verá libre del intento de opacarla y ahogarla; entonces la decisión de Dios dejará todo en claro. A nosotros se nos pide paciencia, perseverancia y confianza, y la Iglesia a pesar de todo las ha tenido a través de los siglos.

La pequeñez de una semilla de mostaza o de la levadura nos señala el desarrollo positivo del Reino; no es a partir de grandes cosas sino de las que pueden pasar desapercibidas o están escondidas -como la levadura- y que sin embargo tienen un impacto muy significativo porque muchos pueden cobijarse en ellas. ¿Somos los monjes la levadura escondida?

Pero la pequeñez y vulnerabilidad no implican debilidad en Dios sino que manifiesta su manera de relacionarse con nosotros, como dice la sabiduría: su dominio sobre todas las cosas lo hace indulgente con todos. Es su fuerza la que le permite juzgar con serenidad, y sabiduría nos dice que Dios obra así para enseñar a su pueblo que el justo debe ser amigo de los hombres y que ha colmado a los hombres de una feliz esperanza.

La pequeñez y debilidad San Pablo la aborda a nivel personal y afirma la realidad del Espíritu Santo que intercede por nosotros, ora en nosotros y nos enseña a orar; con esto se reitera nuestra esperanza. La debilidad es una realidad que hay que asumir en el Espíritu de Dios siempre favorable a nosotros. Palabras todas que deben llenarnos de consuelo y fuerza en un mundo tan atribulado y conflictivo.

La Eucaristía, con su don casi escondido, nos reafirma y fortalece. El Señor sigue saliendo a nuestro encuentro

.P. Plácido Álvarez.