La perla, la imagen

Domingo 17 ordinario.

Primer Libro de los Reyes 3,5.7-12.
Salmo 119(118),57.72.76-77.127-128.129-130.
Carta de San Pablo a los Romanos 8,28-30.
Evangelio según San Mateo 13,44-52.

El tesoro oculto y la perla fina es la imagen del Hijo de Dios, oculta y preciosa en la humanidad. Dios nos ha llamado a hacer este descubrimiento y a empeñarnos con todo nuestro ser en ello. Es en esa imagen, concreción de Dios mismo, en donde encontramos nuestra justificación y nuestra glorificación, sólo en nuestra identificación con él es eso posible. El Reino se revela en esta imagen y se hace realidad en ella.

Pero hace falta un discernimiento para reconocer el tesoro, la perla y también los peces buenos. Es el discernimiento que Salomón pide. La figura de Cristo atrae de todo, pero no todo lo que viene a él es auténtico, y Dios no es indiferente al mal, todo tendrá su consecuencia.

A nosotros toca decidir qué preferimos: el tesoro, la perla fina o se arrojados al horno ardiente. No debería ser difícil decidir pero si no buscamos y no estamos dispuestos a darlo todo por el bien que encontramos entonces no tendremos una de las opciones.

Pero en esa búsqueda está la dificultad y eso nos aleja de la verdad, también porque nos falta la humildad que Salomón mostró en algún momento. Lo que nos puede permitir asumir el desafío es el atractivo de la imagen del Hijo que podemos asumir, que podemos reproducir por la gracia de Dios. Aquí juega el amor que vence todo obstáculo, el amor que nos impulsa. El tesoro lo tenemos aquí, también la perla, es el tiempo de darlo todo por él.

P. Plácido Álvarez.